En un mundo cada vez más interconectado y afectado por desafíos ambientales críticos, la educación se presenta no solo como un vehículo de conocimiento, sino como un
pilar fundamental para la transformación social y la sostenibilidad.  De allí que, la Ecoeducación surge como una respuesta innovadora y necesaria ante la creciente
preocupación por el deterioro del medio ambiente y la urgente necesidad de formar
ciudadanos comprometidos y conscientes de su entorno.

Este enfoque educativo, busca reconfigurar la manera en que se concibe la educación, convirtiéndola en una herramienta poderosa para el rediseño integral de las comunidades.

Si bien para ello se requieren cambios profundos de paradigmas económicos y políticos, no deja de ser fundamental la necesidad de “un cambio cultural igualmente profundo, que anule las tendencias actuales al individualismo y que permita la recuperación del valor de la solidaridad, no solo con los seres humanos, sino con todas las formas de vida que pueblan la Tierra” (Gligo et al., 2020, p. 38). De ahí que la ecoeducación, desempeña un papel crucial en la formación de valores y comportamientos sostenibles en los estudiantes de todos los niveles educativos. A través de ella, los estudiantes no solo desarrollan conciencia sobre los problemas ambientales, sino que también aprenden a adoptar prácticas sostenibles en su vida cotidiana.

En Chile, la Educación Ambiental (EA) se vincula con la educación formal desde el
marco legal ambiental y educativo, que además se puede relacionar con la Conciencia Ambiental (CA) pues integra nociones cognitivas, valóricas, actitudes y acciones.

La literatura sobre la EA en el currículo chileno, arroja interesantes hallazgos, algunos
de ellos contradictorios con el deber ser planteado en el marco legal, cuestión que puede deberse, entre otras causas, “al tratamiento que se les ha dado a las temáticas
medioambientales en los Planes y Programas por parte del MINEDUC, basado únicamente
en los conocimientos teóricos sin darle mayor importancia a la parte actitudinal y práctica”
(Torres et al., 2017, p. 321). Sin embargo, existen estrategias que podrían implementarse en las escuelas para integrar la ecoeducación en su currículo de manera efectiva y significativa.

A través de un instrumento de gestión como el Proyecto Educativo Institucional (PEI), sellos
educativos medioambiental, la integración de la educación ambiental en el currículo de
manera transversal a las asignaturas. Desde las ciencias naturales hasta las humanidades, se pueden abordar temas como la conservación de la biodiversidad, la gestión de los recursos naturales y el cambio climático, etc., promoviendo el aprendizaje experiencial.

Excursiones a reservas naturales, proyectos de investigación en el campo y acciones de servicio comunitario son ejemplos de dinámicas que permiten a los estudiantes conectarse de manera directa con el medio ambiente, fomento de la participación activa en donde los estudiantes se involucren en proyectos y acciones concretas relacionadas con la conservación y el cuidado del medio ambiente. La creación de clubes ambientales, la realización de campañas de reciclaje y la promoción de huertos escolares son algunas formas de lograrlo. Otra estrategia es establecer alianzas con organizaciones ambientales que pueden beneficiarse de la colaboración con organizaciones no gubernamentales y entidades dedicadas a la conservación del medio ambiente.

Los principales obstáculos que enfrentan las instituciones educativas al adoptar un enfoque ecoeducativo están referidas a la falta de formación y conocimientos en esta materia entre los docentes, la escasez de recursos financieros, resistencia al cambio por parte de las comunidades educativas, carga curricular y falta de tiempo, infraestructura limitada, limitaciones en el acceso a materiales de apoyo y recursos didácticos, políticas públicas débiles, entre otras.

En conclusión, la ecoeducación en las escuelas es fundamental para formar ciudadanos comprometidos con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.

Este enfoque educativo no solo promueve la adquisición de conocimientos sobre los problemas ambientales, sino que también fomenta el desarrollo de valores y comportamientos sostenibles que pueden perdurar a lo largo de la vida. En un contexto de crisis climática y ambiental, la ecoeducación es más relevante que nunca, ya que capacita a las nuevas generaciones para enfrentar los desafíos ambientales de manera informada, crítica y proactiva.

Para que la ecoeducación se implemente de manera efectiva y duradera, es necesario un esfuerzo conjunto de instituciones educativas, gobiernos, organizaciones y comunidades.

La capacitación continua de los docentes, la adaptación de los espacios y el diseño de un currículo interdisciplinario y flexible son aspectos clave para lograr una educación que no solo enseñe sobre el medio ambiente, sino que también inspire a protegerlo.

 

Herardo Fabián Andrade Santana

Doctor en Educación, mención Gestión Educativa

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